En el día del Maestro I


Ayo, dómine, docente, educador, guía, instructor, maestro, mentor, orientador, pedagogo, preceptor, profesor, tutor…, «facilitador» (palabra esta en boga hoy en día, con connotaciones tecnológicas) son palabras que hacen referencia a un «oficio» que en ocasiones connota ¿vocación?

Esta retahíla de palabras ha estado o está presente en la relación de un niño o adolescente con un adulto que está a su lado o que lo acompaña durante equis tiempo al día para cuidarle, guiarle, instruirle… Algunas hacen referencia a una relación individualizada y otras, a grupos. Por ejemplo, la palabra «ayo»: Ayo, ya: 1. m. y f. Persona encargada en las casas principales de custodiar niños o jóvenes y de cuidar de su crianza y educación (DLE); si bien hoy está en desuso sí está documentada literaria e históricamente en etapas de la cultura clásica y Edad Media, con explícita presencia en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio (1252-1284)*: […] et nudrimento es enseñamiento que facen los ayos a los que tienen en su guarda […].

Recurrir al DLE es un recurso que nos ayuda a delimitar o aplicar correctamente algunas palabras desconocidas, ambiguas o que se prestan a diversas apreciaciones. La claridad (hoy, en los ámbitos políticos hablamos de transparencia) debe estar presente en nuestro decir cotidiano (familiar, escolar, laboral, político, amical, de pareja, económico, etc.).

Por lo que respecta a la palabra «maestro», el DLE no hace referencia a la esencia del entramado personal que la misma implica, pues simplemente explicita el significado del mismo en esta sencilla sentencia: Maestro: 4. m. y f. Persona que enseña una ciencia, arte u oficio, o tiene título para hacerlo. Avanzas unas cuantas páginas y para la palabra «profesor» te toparás con la siguiente expresión: Profesor: 1. m. y f. Persona que ejerce o enseña una ciencia o arte.

En realidad, ambas definiciones no nos dicen mucho de lo que ambas palabras significan para quienes nos movemos o nos hemos movido en el ámbito educativo, considerando en el mismo, principalmente, a los estudiantes, maestros-profesores, padres de familia y en parte a la estructura educativa que maneja el contexto de la educación, si bien este ente regulador mira más a la funcionalidad que a la vivencia educativa.

Traigo a colación un párrafo de un amigo que hace referencia a este ser «maestro»:

Si queremos una educación que «deje huella», es necesario insistir sobre lo central de esta relación personal maestro-alumno, que va más allá de las necesarias tareas de impartir conocimientos, desarrollar competencias, calificar e informar. Sin esta relación el docente podrá ser instructor, instrumentalizador, funcionario, pero no maestro. Lo que necesitan los niños y adolescentes en la escuela, sobre todo en estos tiempos de disgregación familiar, crisis social y confusión de valores, son maestros que por su dedicación a los alumnos y su afecto los ayuden en su desarrollo personal.

La intencionalidad de este título era presentar a Don Mariano, maestro de mi pueblo allá por los años 50 y 60, pero me pareció primordial presentar un texto, aunque muy somero, sobre la esencia e importancia del maestro, por lo que dejo el tema para presentarlo esta misma semana.

Hasta entonces, sigamos reflexionando sobre el «maestro».

Feliz día, MAESTRO.

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*«El estudiante en las Siete Partidas de Alfonso X el Sabio», de Ángel Benito y Durán (PDF).


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