¡La ciudad no es para mí!


Bienvenido a «¡La ciudad no es para mí!» en «Ni el Hijo del Hombre lo Sabe».

No es la primera vez que se utiliza este encabezamiento. Quizá para la mayoría de los lectores de este nuevo espacio sea una expresión desconocida. No importa, el contenido y el mensaje siguen siendo el mismo.

Para quien empezó su existencia en un pequeño pueblo del hoy Reino de Castilla y León (Castilla la Vieja, antiguamente), cuya esencia (iglesia, puente y río) recoge la fotografía que preside el blog, pueblo en el que en la escuela única se usaban la pizarra, el pizarrín y la mota como elementos de trabajo personal, escuela en la que se escribía con pluma mojada en la tinta de un incrustado tintero en la mesa de madera y con un secante se evitaba que la tinta se corriera, pueblo en el que se comía el pan que se preparaba en casa y duraba hasta veinte días, pueblo en el que… (ya habrá momentos para hablar y contar el discurrir del pueblo, de «mi pueblo»).

El camino recorrido desde esa escuela polidocente (un maestro y un aula con niños de 6 a 14 o 15 años) hasta este blog implica una serie de cambios significativos en todos los ámbitos del saber y del devenir cultural humano: cuadernos, libros, lapiceros, tractores, luz, cine, televisión, calculadoras, teléfono, celular, computadora, etc.

¿Qué ha pasado? ¿Qué hemos dejado? ¿Qué hemos innovado? ¿Qué hemos mejorado? ¿De la mano de la industrialización y el progreso material hemos dado paso a un mejor nivel de vida (para todos)? ¿Ha disminuido la barbarie, la corrupción, la guerra, el racismo? ¿Somos más solidarios? De todo un poco, aunque más de lo uno que de lo otro, sin saber a ciencia cierta qué corresponde a lo uno y qué a lo otro.

Este blog servirá para recoger un pasado que todavía es presente en muchos pueblos del mundo, para poner sobre el tapete nimias situaciones de la vida diaria que forman parte de nuestro ser ciudadanos de a pie, para ponernos en comunicación con quienes compartimos labores formativas (profesores, alumnos, amigos, conocidos y cuantos sienten que forman parte de una sociedad que no quiere perder de vista la comunicación permanente frente a la soledad de los juegos, música y trabajo –quizá uno de los elementos más destructivos de las relaciones interpersonales- ya que el trabajo actual, en general, «entretiene» al trabajador muchas horas al día e impide, a la mayoría -siempre ha habido privilegiados-, poder compartir con los amigos, con los vecinos y en especial con la pareja y los hijos).

Seguiremos en comunicación a través de «Ni el Hijo del Hombre lo Sabe».


5 respuestas a “¡La ciudad no es para mí!”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *